“El consumo se vuelve problemático cuando afecta a la salud física o emocional de una persona, cambiando sus relaciones con los demás y dificultando sus actividades cotidianas”
Por definición vivimos en una sociedad de consumo. Por ende podemos inferir que la problemática respecto al consumo nos atraviesa a todos y nos invita a involucrarnos y tomar conciencia de lo que acontece. Informarse sobre el tema y buscar orientación es una manera de ayudar a prevenir y a diagnósticar y accionar cuando el problema está instalado.
Los consumos problemáticos se encuentran en un constante y acelerado desarrollo. Las cifras nos muestran que año tras año el consumo y las problemáticas asociadas, crecen de manera exponencial. La oferta de sustancias u objetos también se incrementan cada día.
En la actualidad nos encontramos en un contexto que es atravesado por una pluralidad infinita de consumos (sustancias psicoactivas, tecnología, redes sociales, comida, trabajo, etc). Lo que define que un consumo sea problemático es la forma en que se establece esa relación de consumo en un contexto determinado.
Se tiende a identificar al que consume una droga ilegal con un ‘adicto’. Sin embargo, hay diferentes tipos de vínculos de las personas con las sustancias, y no todos ellos son adicciones, ni necesariamente problemáticos. Lo que hace al consumo problemático no tiene necesariamente que ver con la clasificación social de dicha sustancia como legal o ilegal. En nuestra sociedad actual se fomenta el consumo de los medicamentos como si fueran un objeto más de consumo, favoreciendo la automedicación. “Para aliviar el dolor tomá…”; “Rendí más con…”; “Si comiste de más…”, etcétera. Es incorrecto considerar el consumo problemático de sustancias solo cuando se da a través del consumo de drogas ilegales.
La alusión a la inmediatez, a la posibilidad de aliviar fácil los síntomas, a tapar el malestar, a que todo puede solucionarse con un comprimido, constituye un mensaje predominante en nuestra época. A esto, entre otras cuestiones, nos referimos cuando hablamos de la importancia de ponderar la relación del sujeto con la sustancia y las características que asumen las relaciones sociales propias del contexto en que el sujeto se inserta.
La maduración orgánica y psíquica así como la presión derivada de las expectativas del entorno socio-cultural pondrán a prueba las respuestas que encontró el sujeto en su infancia. El pasaje por estas experiencias no se da sin angustia. Es ahí donde cabe la pregunta sobre la relación del adolescente con la angustia y cómo se las arregla o no frente a ésta.
Es muy importante no juzgar a quienes transitan por una situación vinculada a esta problemática. Detrás de quien consume, existe una persona que sufre. Establecer un vínculo con quien está afectado permite generar espacios de confianza a partir de los cuáles se puede dar contención y configurar un espacio de diálogo reflexivo para que pueda tomar conciencia de la existencia de su problema.
Indicadores a tener en cuenta y riesgos potenciales en la adolescencia
¿Qué indicadores debemos tener en cuenta a la hora de establecer un primer diagnóstico? Hay que tener en cuanta cambios en la conducta de la persona. Irascibilidad, aislamiento, evasión, falta de preocupación por sus áreas de interés y su imagen personal, inconvenientes para realizar tareas que antes realizara sin inconvenientes (trabajo, escuela, actividades sociales y recreativas, etc). Desorganización y desinterés son indicadores a tener en cuenta . No son indicadores específicos de una situación de consumo problemático pero podrían dar lugar a esa modalidad de intento de cancelación del malestar en una época donde se presenta como vía facilitada para intentar acallar la angustia y el malestar.
Nunca es conveniente señalar el presunto consumo de sustancias si esa fuera la hipótesis. Siempre lo aconsejable es encarar el diálogo desde la sencilla pregunta “¿cómo estás?” y sus variantes. Explicitar que “no lo ven bien” en relación a los indicadores previamente expuestos. Tenemos que tener en cuenta que no todo consumo es problemático. Dicho ésto, también es importante aclarar que desde nuestra consideración todo consumo de sustancias en la adolescencia puede tornarse problemático dada la vulnerabilidad de quien transita por esa etapa de la vida.
El adolescente construye su identidad de manera grupal. El adolescente es en grupo fundamentalmente. Grupos donde va configurando su propia identidad. Al mismo tiempo está sometido a muchas presiones tanto de sus padres, educadores como de sus pares en relación a lo que se espera de ellos. Debe atravesar cambios que acontecen tanto en su cuerpo como en su manera de pensar y sentir. Se encuentra en una situación de vulnerabilidad y riesgo potencial sólo por el hecho de estar adolesciendo. Está tratando de encontrarse con su deseo y establecer un proyecto de vida.
Se encuentra en un etapa en la cual intenta tomar distancia de la figura de sus padres, con el fin construir su propia identidad. En dicha etapa los vínculos sociales (grupos de amigos de manera privilegiada) son esenciales ya que les permite experienciar pertenencia e inclusión, poder sentirse parte. La adolescencia se transita y se vive de manera grupal, llevando a una identificación con sus pares que les permite sentirse contenidos y cuidados en el mejor de los casos.
A modo de resumen,
¿qué nos sucede en la adolescencia? Nos vemos distintos, somos desafiantes, creemos que nadie nos entiende, no nos gustan los límites, nos sentimos presionados (por nuestros padres, amigos, docentes, etc.) queremos estar siempre con amigos y tenemos la necesidad de encajar, etc.
Si bien la adolescencia es un etapa que se intenta vivir con plenitud, las transformaciones que la misma nos plantea trae aparejada consigo diferentes sentimientos, que por momentos nos resulta difícil comprender y expresar. Frustración, angustia, inseguridades, temor a no pertencer, temor a ser excluido, temor a ser expuesto son algunas de las manifestaciones que suelen aparecer en esta edad con gran intensidad.
Relación entre malestar y consumo
Los sentimientos nombramos anteriormente son propios de todas las personas. Todos en algún momento nos sentimos tristes, angustiados, o frustrados cuando no logramos obtener lo que queremos o perdemos algo.
Es importante entender que en la adolescencia la intensidad de dichos sentires y las sensaciones relacionadas a los mismos se encuentran revolucionadas y por momentos es difícil descifrar como nos sentimos porque los cambios se suceden a veces rápida e inesperadamente generando una conmoción interna.
Cuando el adolescente se enfrenta a dicha “revolución emocional” y no sabe como manejarla, el consumo puede llegar a tomar un papel protagónico.
Es importante remarcar que entendemos que el problema no es el objeto de consumo (droga o sustancia psicoactiva), sino la relación que el sujeto mantiene con la misma en un conntexto determinado.
¿A qué denominamos espiral creciente de consumo?
La persona que consume sustancias cree encontrar en esa conducta una “solución “ que le permite cancelar el malestar o la angustia que no sabe como manejar. Este intento de solución es inadecuado ya que adormecer o patear los conflictos hacia adelante sólo servirá para postergar el reencuentro con dicho malestar. La sensación de bienestar pasajera dejará lugar a una sensación de malestar más intensa que la que se intentaba evitar. Se sumará al malestar original, el malestar físico y el de la frustración de no haber elaborado el conflicto pudiendo dar lugar a una espiral creciente de consumo. Convirtiéndose la “solución” en un problema mayor sin haber dado respuesta al que dio origen a ese intento fallido de solución.
¿Que hacemos cuando tenemos un problema?
Cuando nos encontramos con situaciones que no sabemos resolver, y las mismas nos generan angustia, es importante confiar en quienes tenemos cerca nuestro. Aprender a decir lo que nos sucede es un paso necesario. No existen soluciones mágicas que nos permitan resolver los problemas.
Poder conectarnos e investigar y explorar actividades que nos hagan sentir bien y no nos hagan daño (deportes, pintura, música, escritura, fotografía, cine, oficios, intereses, hobbies, etc.) y que en muchos casos nos pueden acompañar durante mucho tiempo y en no pocos casos toda la vida.
Y si aún así no podemos encontrar alivio al malestar lo mejor que podemos hacer es soltar nuestros temores, decir lo que nos pasa y dejarnos ayudar.
Lic. Ariel Portillo